Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. (RV60)
Introducción
Todas las cartas de Pablo fueron escritas con un propósito especifico, para el caso de Tito fue un propósito instruccional/pastoral, no en vano que junto a las dos cartas a Timoteo se les denominen Epístolas Pastorales.
Tito era muy apreciado por Pablo ya que le llama «verdadero hijo en la común fe» (1:4). Pablo hace múltiples menciones de Tito en diferentes cartas, por ejemplo, en Gálatas lo utiliza como ejemplo de un gentil convertido al cristianismo (Ga 2:3), en 2 Corintios es mencionado múltiples veces (2 Co. 2:13; 7:6, 13; 8:6, 16;12:18). También, al final de la carta le pide que lo visite (3:12).
Muy posiblemente Pablo visito Creta más de una vez (He 27:7). También, «es muy probable que le escribió a Tito en respuesta a una carta de Tito o a un reporte de Creta»1. A diferencia de otras cartas, como Romanos, la carta a Tito pareciera que no tiene una finalidad doctrinal, MacArthur comenta que «Puesto que Tito había estado asociado con Pablo por muchos años antes de empezar su ministerio en Creta, es improbable que las doctrinas y estándares mencionados en esta epístola fueran conceptos novedosos para él»2, más bien tiene una finalidad instructiva y de ánimo en la obra que se le ha encomendado.
Los cretenses eran un pueblo difícil, de boca de uno de sus profetas son llamados como «siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos» (1:12). También los cristianos tenían sus desafíos, específicamente con los falsos maestros y judaizantes (1:10-11), y posiblemente con personas que causaban divisiones (3:10-11).
Comentario
«Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por sumisericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo(3:4-5)»
La palabra «pero» es una conjunción adversativa y conecta con la idea anterior. Este texto se encuentra insertado en una sección en la que Pablo insta a Tito a recordarles a la iglesia que se sujeten a las autoridades (3:1), que no difamen a nadie sino por el contrario que sean amables (3:2). ¿Por qué? «Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros» (3:3), este es el contexto en el que Pablo escribe uno de los pasajes más agudos en cuanto a la salvación por gracia.
La condición del ser humano antes de conocer a Cristo le guía a la perdición de su
alma (Ro 3:23), nada más es necesario ver el mundo en el que vivimos hoy para entender la putrefacción moral de la sociedad en su conjunto, el pecado que mora en el corazón del hombre es ofensivo para Dios (Sal 5:5-6). Esto al parecer no es nuevo, el mismo Pablo en su carta a los Romanos expresa inspirado por el Espíritu Santo que la «ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres» (Ro 1:18).
Sin embargo, aquí el autor deja ver un contraste entre lo que éramos (hijos de ira, Ef
2:3), y lo que somos en Cristo (nueva criatura, 2 Co 5:17). La palabra que Reina-Valera
traduce como «manifestó» proviene del griego «ἐπιφαίνω»3 (epifaino) que se puede
traducir también como brillar, resplandecer, aparecer. La bondad Dios brillo, resplandeció, para disipar la oscuridad que moraba en nosotros, la oscuridad que nos ataba al pecado.
También, se nota un contraste entre el comportamiento del hombre hacia el hombre,
en contraposición a lo que hizo Dios hacia el hombre. Hendriksen en su comentario a Tito lo expresa de la siguiente forma:
¡Qué sorprendente contraste! En realidad, un doble contraste. (1) En contraste con “la inhumanidad del hombre hacia el hombre” descrita en el v. 3, se retrata la benignidad (palabra usada solamente por Pablo: Ro. 2:4; 3:12; 11:22, etc.) de Dios y su amor al hombre (cf. Hch. 28:2). Y (2) sobre las estigias tinieblas de nuestro pasado (v. 3) aparece dramáticamente la luz del Padre misericordioso y piadoso que nos condujo al estado presente de gracia.4
El hecho de nuestra salvación provenga Dios, por su bondad, nos enseña que no tenemos ningún mérito en ella. Dios hizo todo lo necesario para acercarnos a él. Walvoord y Zuck comentan «El contraste es sorprendente. En el v. 3, el hombre es el actor, pero en los vv. 4–7 es simplemente el receptor y Dios se convierte en el actor. Lo que de ninguna manera pudo hacer el hombre, Dios lo emprendió por él»5. MacArthur añade a la idea «Nuestra salvación del pecado, la perdición y la muerte emanó por completo de la bondad de Dios, su interés amoroso, benévolo y lleno de gracia para acercarnos a Él y redimirnos para siempre del pecado»6. Por lo tanto, podemos decir como dijo Santiago «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces» (St 1:17).
No solamente se manifestó la bondad de Dios, sino también su amor para con los
hombres. En griego la palabra que Pablo para expresar el amor por los hombres es
«φιλανθρωπία» (filantropía) compuesta por filos (amor, amigo) y antropos (ser humano)7, diferente a la palabra «ἀγαπάω» (agapao) la que Juan utiliza en el capítulo 3 verso 13 de su evangelio para expresar un amor profundo, «Kenneth L. McKay argumenta que los escritores del Nuevo Testamento distinguen entre los términos y se refieren a dos tipos diferentes de amor»8. Esto deja ver que existe un amor inherente en Dios por sus criaturas, este amor fue suficiente para provocar en Él el deseo de salvarles, de librarlas del dolor9. Juan Calvino en su comentario a las epístolas pastorales comenta al respecto «Mas como no encontramos el motivo del amor de Dios para con nosotros, ni base para nuestra salvación en ninguna otra causa sino en la muerte de Cristo, no sin sobrada razón se dice que el Padre ha demostrado su bondad para con nosotros en Él»10.
Esta salvación no es por obras, no existe ninguna obra de justicia que podamos
hacer para ganar dicha salvación (Is 64:6). Pablo está a punto de hacer un desglose sobre las causas de la salvación, en términos de ingeniería podríamos llamarle causa-raíz.
Pablo menciona que es (1) por la misericordia de Dios; sin duda Dios es misericordioso, vemos a lo largo del NT como los Evangelistas y Apóstoles nos enseñan esto (Mt 5:7; Ro 9:15; 12:1; 2 Co 4:1; He 4:16; Ef 2:4, 1 Ti 1:13; 1 Pe 2:10) al igual que los autores del AT (Gn 42:14; 2 Sm 24:14; Neh 9:28; Sal 40:11; Is 63:7; Dn 9:9; Zac 1:16), «Ya que Cristo murió por nosotros y pago la penalidad por nuestros pecados, Dios está preparado para extender misericordia a nosotros»11 comenta Mc Gee, del mismo modo Walvoord y Zuck mencionan que «Las tres palabras “bondad”, “amor” y “misericordia” (Tit. 3:4–5) representan aspectos de la gracia de Dios»12. Es (2) por el lavamiento de la regeneración, destacando que la regeneración es un acto de limpieza, en ese momento que Dios nos regenera nos lava de nuestros pecados a través del sacrificio de Cristo. Y es (3) por la renovación del Espíritu Santo. Pablo en Romanos 8:1 dice que «Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo me ha librado de la ley del pecado y de la muerte» resaltando que la obra del Espíritu en nosotros.
«El cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna,» (3:6-7)
Dios todo lo que da, lo da abundantemente. Su misericordia es abundante, su gracia
es abundante (Jn 1:16; Ro 5:20), su perdón es abundante (Hech 10:43; Ef 1:7), su espíritu
fue derramado abundantemente sobre nosotros. Efesios 1:12 dice que hemos sido sellados con el Espíritu Santo de la promesa.
El Espíritu Santo se derramó por medio de Jesucristo. Recordar la promesa del Espíritu Santo en Juan «Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré.» (Jn 16.7).
Hemos sido justificados por la gracia de Cristo, en este particular Juan Calvino comenta «El propósito de Pablo es atribuir a la gracia de Dios todo lo que somos, y todo lo que tenemos, para que no nos jactemos arrogantemente ante los demás»13 y por esta gracia hemos ahora somos herederos, juntamente con Cristo (Ro 8:17), conforme a la esperanza de vida eterna. McGee ilustra de esta forma «”Esperanza de vida eterna” está de nuevo apuntando a la gran esperanza del creyente, la venida de Cristo por su iglesia»14, también muy interesantemente Lee y Griffin lo desglosan desde el punto de vista soteriológico y escatológico:
Los aspectos soteriológico y escatológico de la condición de “herederos” de los cristianos quedan patentes en esta última frase. Pablo afirma que “nos ha salvado” (v. 5) “para que… seamos herederos” (v. 7). La salvación cristiana da lugar a la adopción en la familia de Dios, que a su vez convierte a los creyentes en “herederos”. Este es el aspecto soteriológico. El aspecto escatológico de que los cristianos sean “herederos” se entiende en el hecho de que todos los creyentes aún esperan su futura redención final y la plena realización de la vida eterna.15
Aplicación
Debemos descansar y confiar en la bondad, el amor y la misericordia de Dios.
Este verso nos invita a reflexionar sobre quien es Dios, sobre sus atributos. Conocer
a Dios nos ayuda a poner nuestra vida en una balanza y vernos tal cual somos.
Tal como el apóstol Pablo le dice a Tito en 3:3, nosotros «éramos insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y aborreciéndonos unos a otros» es una fotografía de como éramos nosotros antes de conocer a Cristo. Vernos a nosotros de forma transparente nos permite reconocer más claramente la bondad, el amor, y la misericordia de Dios en nuestra salvación.
Dios no vio nada bueno en nosotros, aun nuestras obras que a nuestros propios ojos son justas «son como trapos de inmundicia» (Is 64:6). Por esa razón, la salvación que Dios nos ha dado no ha sido debido a ninguna obra que hayamos hecho, como dice el verso 5, sino que Él nos salvó «según el puro afecto de su voluntad» (Ef 1:5b), «aun cuando
estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, nos dio vida juntamente con Cristo» (Ef 2:5), por su misericordia, y lo más maravilloso es que esa ésta no es una vez, sino que cada día de nuestra vida recibimos nuevas misericordias de parte de Dios (Lam 3:22-23).
Pensar en su bondad, su amor, y su misericordia nos ayuda a tener confianza en que
estamos seguros en Él.
Hemos sido lavados y regenerados
El pecado que mora en el hombre le hace aborrecible a la vista de Dios, dice el Salmo «aborreces a todos los que hacen iniquidad» (Sal 5:5), pero cuando fuimos unidos a Cristo por medio la fe, el Espíritu Santo vino a morar en nuestras vidas e hizo (y hace) un
proceso de lavado de nuestra alma (1 Cor 6:11), ya no estamos más hundidos en el lodo del pecado, somos libres en Cristo para glorificar a Dios, para darle gracias por su salvación, por haber enviado a su amado hijo Jesucristo a morir por pecadores como nosotros.
También es importante que estemos arraigados a la palabra de Dios, ya que unos de
los instrumentos que el Espíritu Santo utiliza para limpiarnos constantemente es la palabra que Él ha inspirado. El salmista pregunta «¿Con que limpiará el joven su camino?» y responde de manera categórica «Con guardar tu palabra» (Sal 119:9). De igual forma el apóstol Pedro dice «Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu» (1 Pe 1:22a); ¿Cuál verdad?, Su palabra.
Una vez justificados por su gracia, somos herederos de la vida eterna
Lo vimos anteriormente en la sección de comentario, la justificación es solo por gracia, le pertenece solo a Dios, no es gracias a nuestras obras. Dicha gracia es por su misericordia, es por su favor. Romanos 5:1 dice que una vez justificados por la fe, tenemos paz con Dios, y esta paz es por medio de Cristo.
Antes de estar en Cristo, éramos aborrecibles, Dios solo veía nuestra transgresión, pero una vez hemos sido salvos Él ahora mira Cristo reflejado en nosotros (Ro 8:10; 2 Cor 13:5; Gal 4:19), hemos sido llamados hijos (Ro 8:16), y herederos juntamente con Cristo (Ro 8:17).
Antes de estar en Cristo, estábamos destinados a la condenación eterna
pero ahora somos herederos de la vida eterna (Mt 25:46), y esa es nuestra esperanza.
Debemos mostrar a todos que creemos en Dios
Para nosotros está claro que la salvación es solo por gracia, por medio de la fe en Cristo, sin embargo, también vemos en Santiago 2:14-17 que la fe verdadera debe dar frutos, y estos frutos no son para salvación ya que, de nuevo, es por gracia por medio de la fe en Cristo, pero dichos frutos son una muestra para el mundo de que somos salvos. Estas
«buenas obras» (3:8) le permitirán al vecino no cristiano ver a Cristo reflejado en el
creyente.
Las buenas obras que hacemos benefician a los que nos rodean. Prestemos atención
a la parábola del buen Samaritano, este vio a un hombre medio muerto y fue movido a
misericordia, al final de la parábola Jesús le dice al intérprete de la ley «haz tu lo mismo»
(Lc 10:25-37).
Cuando mostramos nuestra fe por medio de las obras, Dios se lleva la gloria, y aún
nuestros enemigos quedan avergonzados (Ti 2:7-8).
Referencias
- John MacArthur, Biblia de Estudio MacArthur (Nashville, TN: Thomas Nelson, 1997), Tit ↩︎
- John MacArthur, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, vol. 5, Comentario MacArthur del
Nuevo Testamento (Grand Rapids, MI: Portavoz, 2012), 12 ↩︎ - Pedro Ortiz V., «ἐπιφαίνω» Concordancia manual y diccionario Griego-Español del Nuevo Testamento (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 2000) ↩︎
- William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: 1 y 2 Timoteo y Tito (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2006), 442. ↩︎
- John F. Walvoord y Roy B. Zuck, El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 3: 1 Corintios-Filemón (Puebla, México: Ediciones Las Américas, A.C., 1996), 345–346 ↩︎
- MacArthur, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, 172 ↩︎
- Ortiz V., «φιλανθρωπία», Concordancia manual y diccionario Griego. ↩︎
- Benjamin I. Simpson, «Love», ed. John D. Barry y Lazarus Wentz, Diccionario Bíblico Lexham (Bellingham, WA: Lexham Press, 2014). ↩︎
- MacArthur, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, 172 ↩︎
- Juan Calvino, Comentario a las Epístolas Pastorales (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2005), 381. ↩︎
- J. Vernon McGee, Thru the Bible commentary: The Epistles (1 and 2 Timothy/Titus/Philemon), Vol. 50 (Nashville: Thomas Nelson, 1991), 172. ↩︎
- Walvoord y Zuck, 1 Corintios-Filemón, 346. ↩︎
- Calvino, Comentario a las Epístolas Pastorales 388–389 ↩︎
- J. Vernon McGee, The Epistles (1 and 2 Timothy/Titus/Philemon), 173 ↩︎
- Thomas D. Lea y Hayne P. Griffin, 1, 2 Timothy, Titus, vol. 34, The New American Commentary (Nashville: Broadman & Holman Publishers, 1992), 325 ↩︎
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